La etimología, un recurso para comprender mejor sábado, 11 de diciembre de 2010

Si pretendemos hacer de nuestros alumnos personas bien formadas y competentes para entender el medio y actuar en él, debemos mejorar el nivel de comprensión del alumnado, haciendo que lleguen mejor y más directamente a los conceptos y terminología propios de los aprendizajes.

Todos tenemos claro que se “aprende haciendo”, pero considero que ese aprendizaje práctico que aspiramos originar en nuestros alumnos no va a ser significativo si no cuenta con un andamiaje conceptual claro y certero. De lo contrario, un proyecto de aprendizaje, en principio destinado a activar determinadas competencias, se puede quedar en un desarrollo de procedimientos y habilidades al efecto; es decir, conseguir un producto final que el alumno recordará como una bonita experiencia y poco más. Si verdaderamente queremos movilizar al alumnado, logrando que sean competentes de forma efectiva, tenemos que procurar que las bases conceptuales del alumno estén claras desde el principio.

Puesto que la lectura es uno de los más importantes medios de aprendizaje, hay que conseguir que nuestros alumnos comprendan lo que leen. Éste es un tema complicado puesto que, en muchos casos, entran en liza dificultades a nivel cognitivo. Sin embargo, hay algo que puede servir de llave para desbloquear la mayoría de los problemas habituales de comprensión en el alumnado: me refiero al conocimiento etimológico de las palabras.

Recuerdo mis años de latín y griego en BUP y COU con satisfacción por cuanto aprendí, y por todo cuanto me permitió aprender posteriormente. El mero conocimiento de muchos prefijos y sufijos, tanto latinos como griegos, me permitía comprender mucho mejor conceptos en el resto de materias del currículum, así como muchísimos términos, hechos y fenómenos de mi entorno; de los que sabía su existencia, pero no tanto su significación o funcionamiento. Actualmente, estos estudios han sido barridos del sistema educativo, existiendo únicamente a nivel optativo en 4º de ESO y en el Bachillerato de Ciencias Sociales; aunque, ni por un asomo, pueden compararse a la trascendencia de las épocas BUP o COU.

El conocimiento etimológico de las palabras debería empezar en Primaria, tomando un lugar destacado en las estrategias adoptadas para mejorar el nivel de comprensión.

Si el alumno ha de plantearse “hacia dónde ir”, tiene que tener claro primero “de dónde viene”; debe existir un entramado inicial sólido y no partir únicamente de sus propias ideas previas, generalmente muy confusas. El conocimiento de la etimología es parte de esa organización conceptual previa y sólida antes de llegar al conocimiento. Ilustraré esta idea con un ejemplo. Si les presentamos a nuestros alumnos el concepto de la fotosíntesis, los chicos tendrán una idea previa más certera si antes saben que “foto” (o photos) significa luz, que el prefijo “sin” viene a querer decir “con” o “al mismo tiempo” y que el término “tesis” alude a “poner” o “colocar”. Así, una primera representación mental llevaría al alumno a pensar algo así como “puesto o hecho con la luz”; expresión bastante cercana a lo que tiene lugar en el proceso de la fotosíntesis. Esto allanaría bastante la comprensión posterior. Además, por el carácter viral de la semántica de estos prefijos y sufijos, el alumno puede intuir rápidamente el significado de otros términos como “síntesis” o “antítesis”, entre otros.

Prefijos, sufijos y mucho más.

La etimología (del griego etimon = “significado verdadero”; y logía = “tratado o estudio”, derivado del término logos) no se reduce a una recopilación de prefijos y sufijos griegos y latinos, sino que también se encarga de estudiar el origen general de las palabras, su evolución, así como su relación con otros términos. Además, existe una variante llamada “etimología popular” que estudia la interpretación que en el lenguaje corriente se le da a una palabra, relacionándola con otra de distinta procedencia.

Todas estas ideas ponen de relieve la gran ayuda que la etimología puede brindarnos en Educación Primaria. Por lo pronto, su práctica regular mejoraría y enriquecería el vocabulario de nuestros alumnos, así como la ortografía, constituyendo por sí misma una metodología ortográfica. Por otra parte, decir etimología es como decir cultura y conocimientos enriquecedores en pequeñas dosis. Incluso puede servir de aproximación a los temas de historia de Conocimiento del Medio. Pero su verdadero valor, como decía antes, se encuentra en la mejora de la comprensión en general; es decir, favorece la competencia para aprender a aprender.

La etimología como base de proyectos de aprendizaje.

Una actividad que me parecería fundamental realizar desde tercero de Primaria es la elaboración en clase de un banco etimológico de palabras. Sería una práctica diaria muy productiva en la que no invertiríamos más de diez minutos. Cada día, uno o dos alumnos estarían encargados de buscar unos datos básicos sobre la etimología de una palabra, siguiendo una sencilla ficha al efecto; y al día siguiente, nada más comenzar la clase, la leerían en voz alta a sus compañeros. Estas fichas pasarían a formar parte de un archivo etimológico de aula, a disposición de todos para su consulta o repaso. Las palabras a investigar pueden ser las aparecidas en lecturas de clase o unidades de cualquier área curricular, de las que se acuerde su búsqueda para el día siguiente. La labor de investigación sería rotatoria como un cargo más de clase. Lo ideal de esta actividad es que se desarrollara de forma internivelar; es decir, que los alumnos la mantuvieran hasta sexto de Primaria sin interrupción.

Como proyecto de aprendizaje, la etimología da mucho juego. Un proyecto muy interesante sería el publicar ese archivo etimológico de palabras antes aludido en forma de libro colaborativo, mural, o bajo alguno de los muchos soportes digitales existentes hoy día gracias a la informática e Internet (presentaciones, vídeos, etc).

Algunas ideas inspiradoras pueden ser:
  • Representar la historia de las palabras iconográficamente.
  • Hacer mapas sobre la etimología de un campo semántico, a modo de monografía.
  • Elaborar juegos combinatorios de prefijos y sufijos griegos y latinos para formar (e incluso crear) palabras.
  • Creación de líneas de tiempo sobre palabras.
  • Elaboración de rutas geográficas e históricas de palabras.
Las aulas siempre deberían estar dotadas de un buen diccionario etimológico, o enciclopedia donde aparezca la raíz semántica de cada término. Es curioso ver que en Internet no existe un diccionario etimológico online en condiciones; no obstante añado tres sitios de referencia que nuestros alumnos deberían tener entre sus marcadores favoritos del navegador.
Los filósofos de la Antigüedad, en muchos casos, buscaban la esencia de las cosas a través del estudio de las palabras. Hagamos de nuestros alumnos buscadores de la verdad, facilitándoles la comprensión de las cosas a través de esta llave maestra que es la etimología.

Imagen "Latin Letters", extraída de Wikimedia Commons.

2 comentarios:

sinfonia40 dijo...

Me encanta este post por su contenido. Es algo que siempre echo en falta en las clases, los niños no entienden muchas cosas que si supiesen el significado etimológico, comprenderían sin necesidad de explicación.
Cuando he dado clases en primaria, aunque fuese en primer ciclo, siempre intentaba explicar en la medida de lo posible la etimología de algunas palabras que salían y con ayuda del diccionario, mucho mejor.

A. Pérez dijo...

Muchas gracias, Sinfonia40, por tu comentario. Efectivamente, encuentro el conocimiento etimológico fundamental como parte de una estrategia de recuperación de la mayoría de los problemas de comprensión que tienen nuestros chicos y jóvenes.

Un saludo.